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El mantenimiento de un jardín de macetas

Como en cualquier jardín, la labor de mantenimiento en un jardín de macetas consistirá en ayudar a la plantación a lograr el óptimo de su desarrollo y belleza de acuerdo al proyecto para el que han sido seleccionadas.

La diferencia radica en el hecho de que las plantas cultivadas en contenedor tienen una cantidad de suelo limitada y es por ello que se debe atender especialmente a su nutrición mediante el aporte de abonos y una correcta hidratación.

Para aportar los elementos y microelementos que necesita para su nutrición se puede optar por abonos granulados hidrosolubles, abonos de absorción foliar o abonos líquidos que se incorporan con el riego. Es bueno atender a la composición y riqueza de los abonos para suministrarlos en el momento preciso y de acuerdo con las necesidades de cada planta. Por ejemplo habrá que tener cuidado de no utilizar riquezas demasiado altas de nitrógeno cuando estemos en otoño camino del invierno, o cuando lo que nos interese sea estimular la floración.

También habrá que considerar el tipo de riego con el que se cuenta a la hora de elegir el abono. Si elegimos un abono granulado hidrosoluble y tenemos un sistema de riego por goteo, habrá que proceder a riegos manuales (con manguera, regadera o similar) para favorecer su disolución e incorporación al sustrato.

Es necesario cambiar las macetas por otras de mayor tamaño conforme se va desarrollando el tamaño de la planta. Estos cambios se deben hacer en el inicio de las estaciones templadas lejos de los grandes fríos y de las altas temperaturas.  Al realizar los cambios será necesario aliviar al cepellón del fieltro que las numerosas raicillas van formando en torno al cepellón de tierra, pasando un pequeño rastrillo o con los dedos. Luego añadir tierra nueva en la nueva maceta, sin dejar hundido el cuello de la raíz, sin olvidarnos de incorporar en el fondo de la misma materiales (gravas o similar) que permitan el drenaje.

¡Importante! No llenar la maceta de tierra hasta el borde para facilitar los riegos y las operaciones de mantenimiento. Dejar al menos entre 3 y 5 cm.

Si no es posible cambiar a un contenedor mayor, es necesario que todos los años se mejore el sustrato añadiendo materia orgánica en forma de humus de lombriz o algún compuesto orgánico (Guanumus® o similar).

Si entre la selección de plantas realizada se encuentran especies poco resistentes al frío habrá que retirarlas a mediados-finales de otoño al interior de la vivienda o a un refugio que se haya previsto en la propia terraza. Para el resto, aunque sean resistentes será conveniente proteger la tierra de las heladas mediante el aporte de materia orgánica o un acolchado (de corteza, hojas, incluso arena).

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En cuanto a las podas de formación o las sanitarias habrán de realizarse preferiblemente en la parada vegetativa de las plantas (otoño-invierno), pero evitando las temperaturas extremas y las heladas.

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