Hace unos días presencié como los empleados de una empresa de jardinería realizaban trabajos sobre un par de ejemplares de Eucaliptus gunnii pertenecientes al jardín de una vivienda unifamiliar.
Este fue el resultado:
Esto no es una poda. Esto es un crimen
La verdad es que a la vista de este destrozo, que condena a estos ejemplares a una muerte segura y los convierte en un peligro cierto para los ciudadanos que paseemos bajo ellos los próximos años, he reflexionado acerca de las circunstancias que han conducido hasta tan triste acontecimiento y quiero compartirlas con vosotros con la esperanza de que contribuyan aunque sea un poco a erradicar estas prácticas.
La primera causa, el primer error, está en la selección de especies vegetales. Si se ha llegado a desmochar (así se llama la práctica empleada con estos árboles) estos ejemplares es porque alguna de sus características (tamaño, foliación, proyección de sombra….) incomodaba al propietario del jardín.
Antes de plantar un árbol, antes de plantar cualquier cosa, debemos considerar el espacio en el que lo vamos a hacer, cuales son sus limitaciones y pensar para qué queremos plantar un árbol ahí (Pensar si queremos que nos de sombra, pero que no nos quite luz, que tape o enmarque vistas, que tenga una bella floración o coloración otoñal, que tenga o no tenga frutos, como queremos que se haga de grande y pensar que los árboles crecen…)
Una vez que hayamos tenido en cuenta estas consideraciones, será más fácil saber que árbol debemos plantar. Hay una diversidad enorme para elegir.
Es probable, sin embargo, que nuestro jardín sea heredado, es decir, que ocupemos una vivienda de segunda mano cuyo jardín haya sido diseñado por alguien distinto a nosotros, o bien que no hayamos reflexionado adecuadamente y elijamos mal.
En estas circunstancias, cuando nos veamos obligados a podar, debemos consultar a un profesional.